Tanka representación del paraíso de Shambhala, en resumen, este Thangka Es un diagrama y representación del país ideal del conocimiento y el equilibrio físico, mental y espiritual, con forma de loto sus 8 provincias y en el centro el palacio real, coronado y protegido por deidades viene a decirnos que mediante la meditación y nuestros actos, podemos conseguir cada uno de nosotros y por lo tanto toda la humanidad llegar a vivir de forma sostenible en el amor, compasión, respeto
El amor y la virtud forman parte de la vida cotidiana. Sus habitantes son seres muy evolucionados que conviven en perfecta armonía con la naturaleza y el universo el reino tiene forma de flor de loto de ocho pétalos. Cada uno de estos pétalos corresponde a una región. Kapala es la capital de Shambala, situada en el centro. El palacio Quingos es un edificio construido a base de gemas, coral y diamantes, La leyenda hace referencia a que habrá hasta treinta y dos monarcas procedentes de dos dinastías: la dinastía Kulika y la dinastía Kalki. El tiempo de duración de cada reinado será de cien años. En el último de ellos, personificado en Rudra Chakrin, el mítico reino de Shambala se hará visible para toda la humanidad. Aunque es fácil descartar el reino de Shambhala como pura ficción, este tanka muestra la expresión de un deseo realmente muy humano, profundamente enraizado, de vivir de forma buena y satisfactoria. De hecho, según muchos profesores budistas tibetanos, ha existido desde hace mucho una tradición que contempla el reino de Shambhala no como un lugar externo sino como la base o raíz de la cordura y del estado despierto que existe como potencial en toda vida humana.
Desde ese punto de vista no importa tanto saber si el reino de Shambhala es realidad o ficción. En cambio, podemos valorar e imitar el ideal que representa de una sociedad iluminada, la visión Shambhala consiste en que tenemos que entender lo que tenemos que ofrecer a los demás de forma inherente, con el fin de establecer una sociedad iluminada para los demás. Por eso la base de la tradición Shambhala consiste en no tener miedo de quiénes somos. Ésa es la definición de valentía: no tener miedo de nosotros mismos. Por eso la senda Shambhala es una senda del guerrero. Nos convertimos en guerreros en el sentido original de la palabra: el que es valiente. Desarrollamos intrepidez al aceptarnos a nosotros mismos tal como somos, y de ahí surge una afabilidad profundad y la voluntad de abrirnos al mundo y ayudar a los demás. Cultivamos esto gracias a la práctica de meditación, y a la senda del Aprendizaje Shambhala. Gracias a estas disciplinas podemos conectar con la afabilidad e intrepidez innatas que poseemos, y quedar inspirados naturalmente para abrirnos al mundo y ayudar a los demás.